jueves, 6 de enero de 2011

Capítulos

Era tan fácil pasar esas largas lluvias, el intenso calor, los cambios radicales en tu compañía. Era tan sencillo ver lo perfecto que eras, que eramos, ver solo lo que podiamos hacer... que era todo. Saber que no importaría cuanto te pensara en el día, cuando éste terminara más de una llamada tuya recibiría. Olvidar que existía tiempo, que existía espacio y personajes... Solo recordarte a ti, tu existencia y la mía. Al estar juntos, esa fusión de besos, mi piernas enredadas con las tuyas, mis manos apasionadas sosteniendo las tuyas para luego recorrer tu espalda y protegerme de tu consideración dejando que tocarás un poco más, solo un poco... Cuando logré sentir el máximo placer de tu amor, de tus labios susurrandome en mi oído y en el de nadie más que me amabas, y no me dejarías ir nunca. Sorpresivamente luego de cada episodio de pasión tu afable compañía me ofrecía un jugo de durazno, ¡Cómo olvidar el sabor de ese juego de durazno! Hasta el día de hoy puedo sentir el sabor que tenía ese jugo en mi boca luego de estar insípida, como recién despertada. Al llegar a mi casa soñaría con repetir áquel día el resto de mi vida sin poder aburrirme, porque sé que aunque lo intente repetir, tú tendrías un detalle, una sorpresa diferente que me haría querer más de ti, más. Mi mayor frustración vino meses después, luego de este capítulo terminado tú fuiste diferente, dijiste palabras vacías, insípidas, tal y como el sabor de nuestras bocas luego de ser felices, ahora esa insipidez la ocupas para hacerme desengañar, sí, desengañar... perdí cualquier ilusión o esperaza, dejé de creer en algo.

Eres el único en el que pienso día y noche... y así será hasta volverte a ver. Para no pensarte más, si no que, sentirte.