jueves, 15 de septiembre de 2011

Te reconcilias con el mundo y sucede a menudo...

El pobre fue condenado a elevar una piedra en lo alto de la montaña, para justo, cuando estaba llegando a la cima, ver como se le resbala de entre las manos y rodaba ladera abajo, de forma que tenía que empezar denuevo, así... Eternamente, esa era su condena, y a veces el amor se le antoja una tarea casi tan ardúa como la que fue encomendada al él, y nos parece que ciertos fracasos son inútiles y nos parece que estamos condenados a repetir una y otra vez el mismo error, a tropezar con la misma piedra y pensamos, bien digo, que esa piedra es segura. Pero no es así, no existe el destino, nada está escrito.. es más, la excusa más cobarde suele ser culpar a destino, porque es una forma de evadir la responsabilidad que nos toca a la hora de transformar la realidad.. A veces, nos podríamos exigir dejar la piedra en lo alto y poder disfrutar las hermosas vistas que le ofrece la posibilidad de haber legado hasta allí. A veces un destello de felicidad se cruza por tu camino, hace que cambien tus planes, te hace entender que no estás solo, te reconcilias con el mundo y sucede a menudo. Sucede a veces que algo te eriza la piel y te rescata del naufragio...